Hace mucho tiempo en un lugar muy lejano vivía un hombre muy entrado en años que tenía un solo caballo que significaba para él la fuerza de trabajo. Un día el caballo se fue y muchos de sus vecinos acongojados por el anciano dijeron: ¡Qué desgracia! El anciano en cambio muy calmado les respondió: ¿Será bendición o será desgracia? Sólo Dios lo sabe. Un tiempo después el caballo regresó trayendo consigo una hermosa yegua. Una vez más los vecinos asombrados por la belleza de este nuevo animal dijeron: ¡Qué bendición te ha traído este caballo! Una vez el anciano les respondió: ¿Será bendición o será desgracia? Solo Dios lo sabe. Al poco tiempo el único hijo del anciano quedó cojo al intentar domar al hermoso animal. Una vez más los vecinos con tristeza le dijeron al anciano: ¡Sin duda este animal sólo te trae desgracias! El anciano una vez más les dijo: ¿Será bendición o desgracia? Solo Dios lo sabe. Luego, estalló la guerra y todos los jóvenes del pueblo fueron al servicio obligatorio menos el hijo del anciano porque estaba cojo. No mucho tiempo después llegaron noticias del campo de batalla que indicaban que todos los jóvenes del pueblo murieron en la guerra. Una vez los vecinos llorando por la pérdida de sus hijos le decían al anciano: ¡Qué bendición que tengas a tu hijo aunque esté cojo! Ese animal le salvó la vida a tu hijo. Una vez más el anciano les dijo: ¿Será bendición o será desgracia? Solo Dios lo sabe...
Sin importar las circunstancias hay bendiciones que pueden volverse en desgracias y desgracias que puedan transformarse en bendiciones.